domingo, 8 de abril de 2012

War Is Coming...



Sin duda es lo que más claro te queda del primer capítulo de la segunda temporada de Juego de Tronos.

Extasiada después de tanto tiempo esperando que volviera esta exitosa serie que tantas emociones ha despertado dentro de mí, (y a pesar de no haber empezado a leer la saga -golpe de remo para mí-), sólo esperaba un comienzo de temporada tan fuerte e impactante como fue el final de la anterior.

En mi cabeza solo resonaba “This is War” de 30 Seconds To Mars mientras pasaba la intro y pegaba pequeños saltitos en mi asiento.

La primera escena de tan esperado capítulo impacta. El joven -e inexperto- Rey Joffrey hace gala de su cruel reinado (demostrando -a mi modo de ver- lo único que puede hacer a su edad para no ser pisoteado y cuestionado) y es la mano de Sansa quien salva al pobre borracho de su lógica muerta, convirtiéndole en el bufón del Rey (¿no será peor destino?). La “futura” reina demuestra no haberse convertido en una Lannister, guardando su noble corazón Stark, pero convirtiéndose en una sumisa más de Desembarco del Rey, demostrándolo con sus palabras “Mi padre era un traidor”.



El nivel no decae ni un solo segundo, Tyron -y su poder de las palabras- consiguen que su hermana, Cercei, pierda los papeles al enterarse de que su padre le ha cedido el “honor” de ocupar su lugar como mano del rey, convirtiéndose por tanto en un control para ella y el reinado de su hijo, trayendo las malas noticias de que Arya haya desaparecido -¡toma bofetón!-


-¿Predictivos?- sueños son los que Bran Stark sigue sufriendo aún en la nueva temporada. Tras divisar un lago en el que se veía reflejado como un lobo, lleva consigo a su pequeña “corte” para acercarse al lugar. Allí divisan una estrella roja en el cielo, trayendo distintos presagios, siendo Osha quien da en el clavo “el cometa significa dragones”.



Y entra en pantalla la Kaleshi, la dueña del momento más crucial y mágico del final de temporada, con sus recién nacidos dragones. El recuerdo de Khal Drogo trae ciertas lágrimas a mis ojos al haber perdido a este fuerte personaje. Sin embargo, es una escena vacía, sin mucho contenido, un poco... ¿Sosa? Esperaba que Daenerys cogiera más importancia en esta temporada (aunque soy consciente de que la tomará más adelante) me parece que para ser el primer capítulo debería haber tenido más fuerza. Lo único a resaltar de su aparición son sus ojitos a Jorah (“como tú cuidas de mi”) o el “eye-sex” que mantiene con Rakharo (quien no llega a la suela de los zapatos de Drogo).













Pobre Jon Nieve, y pobre su pequeña aparición. El bastardo de los Stark lo va a pasar muy mal al otro lado del muro y esta escena hace gala de ello. Sus primeras andanzas en busca de su tío son arduas, como el comentario del -asqueroso- Craster (quien se casa con sus hijas y tiene más hijas con las que casarse) quien comenta que el joven e impulsivo Nieve es “más guapo que sus hijas”.



Tras ello aparece un nuevo personaje que, no tiene el nivel de crueldad e interés por debajo de los demás, sino que supera a muchos de ellos. Melisandre no parece descansar ni un segundo hasta conseguir lo que quiere, llevándose por delante al pobre “viejo de pis y huesos”.

A resaltar también, de manera muy importante, el valor y el coraje de Robb Stark al enfrentarse con el “Matareyes” respondiendo como un verdadero rey a cada una de las dagas que Jaime Lannister le lanzaba.



Pero de seguido, la conversación que mantiene con su madre es digna de admirar, consiguiendo que Catelyn le mire con orgullo. Sin embargo, hay que señalar la discusión que mantienen, en la que le recrimina que “están apareciendo reyes en todas las esquinas”. Pues, aunque Robb esté luchando por independizar Invernalia (y así convertirse en su rey), muchos otros también se están armando para la guerra, como Stannis Baratheon (y su nombramiento en la playa de mano de la “bruja” Melisandre) o el otro Baratheon, Renly. No sin olvidar a Theon, que pese a intentar ayudar a Robb, creo que tiene intenciones de rebelarse o quedarse con algo que no le pertenece.


Atronadora la explosión entre Meñique y Cercei demostrando que “el conocimiento no es poder” sino que es “el poder es poder”. Ambos se regocijan en saber los “oscuros secretos” del otro, pero Lord Petyr acaba teniendo que tragarse el orgullo (y los cojones cuando la reina manda que le maten) y sus palabras, quedando claro que Su Majestad sigue estando muy por encima de él.


Y qué final... ¡QUÉ FINAL SEÑORES! ¡QUÉ FINAL!

Ese bofetón de la Reina a su pequeño -y cabrón- vástago que cuestiona su relación con Jaime o las veces que le fue Robert infiel, ¡ese genial y debido bofetón!



¡Pero no hay tregua para nadie! Las tropas entran al burdel de Meñique y arrasan con todo, pero es el momento en el que escuchas a una mujer llorar y gritar por su bebé cuando se te para la respiración... Y la aguantas hasta el final. Esa crudeza, esos niños arrancados de las manos de sus madres, esos críos muriendo por las órdenes “reales”...

Y todo culmina con Gendry “el toro” y el casco que le da su personalidad.









Entonces todo termina en aplausos y ganas de más, mucho más Juego de Tronos, que vuelve cargado de acción e historia que nos dejará constantemente salivando y ansiando más.


-DragonSwan